Amistad entre México y EU
Amistad entre México y EU
Escrito por Mario TORRES   
Miércoles 14 de Enero de 2009 14:04
La reunión de dos presidentes será, siempre, una buena noticia.

Hasta que se demuestre lo contrario



El sentimentalismo que invade a la opinión pública por la llegada de un afroamericano a la presidencia de la nación más poderosa del mundo no debe permear la actividad diplomática de un país. En su reciente reunión con el presidente electo de Estados Unidos, Felipe Calderón subrayó la relación amistosa que une a México con su vecino del norte; sin embargo, la realidad ha demostrado que en negociaciones entre países, lo que menos hay es amistad; existen intereses, conveniencias, acuerdos y provechos. Amistad no.

Que no se piense que por tratarse de un representante de una de las colectividades marginadas, Obama será quien reivindique la situación de todos los desprotegidos. Su misión es la de velar por los intereses de su pueblo, por los ciudadanos de su país y por la situación política, económica y social de su nación. Los demás, los de afuera, son y serán la herramienta para cumplir con lo que sus compatriotas esperan de él.

Calderón, por otra parte, mantiene a la “lucha contra la delincuencia” como estandarte de gobierno; en el mundo ya se le reconoce por la determinación y el valor que imprime en las acciones (los más de seis mil muertos que suma su administración en esta batalla le avalan); él, confiado, sigue esa línea en espera de frutos políticos. Pero lo que Obama prefirió no decir y guardarse para una mejor ocasión, es que mientras se sazonaba la sopa de tortilla y el lenguado que habrían de compartir en su reunión, el Departamento de Defensa de EU daba sazón a un reporte mucho más condimentado: “México y Paquistán pueden vivir un colapso repentino que requeriría intervención militar”. Así, pues, el amigo vecino del norte ya tiene a México en sus listado de posibles problemas para la era Obama; el narcotráfico y el crimen organizado son, de acuerdo con el reporte citado, los focos rojos.

Ahora bien, la situación económica que aqueja al mundo no viene bien al futuro inquilino de la Casa Blanca, quien tendrá que ir matizando día con día el discurso que, apenas hace pocos meses, incendiaba auditorios y motivaba al voto en su favor. Los temas de migración y la renegociación del TLCAN verán en ésta una nueva realidad imposible de omitir en los análisis y solicitudes. La postura de refrendo de amistad poco logará porque, lo sabe bien el presidente Calderón, ninguno de los temas depende directamente de su contraparte estadounidense. El balón queda en terreno del Congreso.

En México, la opinión pública ha recibido de buen grado la reunión entre las dos personalidades, se ha subrayado el apoyo mostrado por Barack Obama y la actitud comprometida de Felipe Calderón. No son pocos quienes destacan que esta reunión marca una nueva era en la relación entre Estados Unidos y México, pero no se debe dejar pasar un elemento sensible, muy sensible: con quien se reunió el presidente mexicano no es sino un presidente electo, sin atribuciones, sin responsabilidades y, sobre todo, sin compromisos.

Ya se prepara un segundo encuentro y el gobierno mexicano está optimista que sea en su territorio. Ahí ya se verá la postura real del presidente Obama y entonces seremos testigos de si los lazos que unen a ambas naciones están más allá de los intereses y se ubican en el de la amistad. Veremos, pues, si los vecinos del norte no hacen diferencia con los trabajadores mexicanos, las redadas no son inhumanas, los productos compiten en igualdad de circunstancias y hay más respeto por la ecología. Sólo entonces veremos si en realidad, como dice Caderón, somos amigos.