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Al lunes le sigue el martes; no hay duda. Tampoco se duda de la dirección en la cual llueve sobre el planeta. No hay estudios que comprueben ese determinismo, pues la sociedad en su conjunto alzaría una voz de lamento al enterarse en qué se gastan los dineros públicos. ¿Qué opinarías de una encuesta realizada a cientos de individuos para dar sustento al análisis sobre por qué los peces no pueden vivir fuera del agua o porqué las vacas constantemente mueven las quijadas?

Durante el año 2006 Conaculta dio a conocer los resultados de su encuesta Nacional de Lectura en la que se evidenció que en México se leen en promedio 2.9 libros por año; además, la SEP –en coordinación con el INEGI- llevó a cabo otro estudio ese mismo año en el que se midió el comportamiento de los estudiantes de educación básica sobre el particular. Un desastre.

El trabajo es reciente por sí mismo, pues los años de referencia no suponen una modificación sustancial en el tipo y edades de los estudiantes. Tampoco se presenta como un periodo que contemple algún revolucionario método de acercamiento de la infancia a la lectura; muy al contrario, entre 2006 y 2008 no se tiene noticia de programas que buscara quitarle a la lectura el estigma de actividad aburrida y cansada.

Pero no obstante lo reciente de esos estudios, el INEGI ya se apresta a una nueva aventura en el conteo de libros leídos per cápita en nuestro país; a decir de las autoridades de Conaculta, el nuevo estudio es sumamente importante, pues “así como se hace en los censos o en las pruebas de ENLACE, debemos de evaluar qué sucede con la lectura en México de manera periódica”. Nueva encuesta, como si entre más números mejores resultados. Pero que no se crea que no se otorga crédito a las afanosas metas de las autoridades. No. ¿Qué tal un paseo por las preguntas que se planean llevar a cabo para determinar el nivel de la sociedad?

A) ¿Qué tiempo le dedica al esparcimiento y la cultura? B) ¿Qué porcentaje le dedica a la lectura? C)¿Qué tipo de lectura acostumbra y por qué? D) Si hay libros en su casa ¿qué tipo y cómo llegan? E) ¿Quién lee y por qué?

Claras y puntuales como suelen ser las preguntas de las encuestas, pareciera que el lector es acusado por tener tan extraña fijación por la letra impresa; advierten las autoridades que en realidad se trata de medir el pulso de la sociedad y ver si las estrategias están funcionando (¿?). Necesitan ir a la casa de cada ciudadano para saber si haber llenado un camión de libros y llevarlo a las plazas públicas resultó bueno para que los niños del país le encontraran el sabor a la lectura.

Por extraño que parezca, en algunas esferas de del poder político del país no han acabado de entender que después del lunes sigue el martes y que la lluvia siempre va en la misma dirección. Determinismos que no necesitan balances ni mucho menos a un encuestador venido a policía que increpe al acusado: Y usted ¿con qué derecho lee cuatro libros al año, si en la encuesta que hicimos en 2006 bien claro dice que sólo se leen 2.9?

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