Crisis y democracia griegas
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La grave crisis económica por la que atraviesa Grecia y su negativa a someterse a las reglas financieras impuestas por la Unión Europea tendrán consecuencias no sólo para esa región geográfica, sino para todo el sistema financiero mundial. La deuda griega se estima en poco más de 350 mil millones de euros, que representan, al menos, 175% de su PIB, monto que ha sido señalado por varios analistas como impagable. Muchos investigadores creen que esta crisis comenzó a forjarse desde la entrada misma de Grecia a la zona euro, en 2001, debido a que los gobiernos helenos hicieron caso omiso a las disposiciones que establecían que los países miembros tenían que mantener un déficit público por debajo del 3% y su deuda pública en un máximo del 60% de su PIB. Grecia disfrutó de los apoyos compensatorios que le fueron asignados y, lejos de invertirlos bien en desarrollo social, se diluyeron en corrupción gubernamental, gastos burocráticos excesivos, medidas sociales paternalistas y otras prácticas irresponsables. En 2010, Grecia se vio en la necesidad de solicitar ayuda a los socios comunitarios, quienes accedieron, pero le infligieron una serie de reformas estructurales —muy parecidas a las que en su momento fueron impuestas a Irlanda y a Portugal— para lograr mejorar sus finanzas y así poder volver al crecimiento económico. Sin embargo, a diferencia de los otros países, Grecia no sólo no ha logrado recuperarse económicamente, sino que también ha visto agravada su situación, lo cual generó la caída del gobierno y el ascenso al poder de la izquierda, encabezada por el primer ministro Alexis Tsipras . El éxito electoral se basó en propuestas populistas de no aceptar la imposición de las medidas draconianas impuestas, lo cual trató de hacer amenazando a la comunidad con generar una crisis imposible de predecir, bajo la advertencia de dejar de regirse mediante la unidad monetaria del euro. Tsipras optó por generarse un apoyo democrático ciudadano y convocó a un referéndum popular preguntando: ¿debería ser aceptado el plan presentado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, para continuar financiando su economía? Como era de esperarse, el resultado fue un rotundo rechazo para aceptar el programa de la Unión Europea, apoyado por el 61% de los votantes, hartos de la sensación de pérdida de soberanía del gobierno heleno, la grave tasa de desempleo del 30%, la fuga de cerebros y, en su conjunto, una terrible recesión. La respuesta de los países socios fue determinante. La entrada de Grecia a la Unión Europea fue voluntaria y democrática, igual que como sucedió con las otras naciones, que se asumen todas como democracias. Es curioso que la idea de la democracia devenga del pensamiento griego y que ahora esta doctrina deba insertarse a la noción de la globalización, a la que los griegos tienen que someterse y cumplir con las normas que ellos mismos aceptaron observar. La Unión Europea deberá suavizar sus reglas para evitar la crisis, y el pueblo griego tendrá que seguir padeciendo las consecuencias de sus malos gobiernos. La demagogia de la izquierda griega no podrá con la fuerza de la unión, porque sentaría un precedente nefasto. Como Corolario , Tsipras quiso taparse bajo un plebiscito apoyado en preguntas, como aquella que cuestionaba: “¿De qué color era el caballo blanco de Napoleón ?”. Columnista: Raúl Contreras Bustamante Imágen Portada: Imágen Principal: Video: Send to NewsML Feed: 1